El incremento en los últimos años de la cantidad de kilogramos de cobre robado (cables y transformadores) ha motivado que las empresas argentinas vinculadas a la distribución eléctrica, la telefonía o las comunicaciones repongan o cambien conductores tradicionales por otros de aluminio.
Esto es así porque el aluminio no tiene valor en el mercado negro, donde el cobre cotiza en alza. Por este motivo no es atractivo para las chacaritas clandestinas y los reducidores de cobre.
En los últimos dos años, solo EDEMSA ha sufrido en robo de alrededor de 1.000 acometidas y unos 150 transformadores.
Ventajas y desventajas
El aluminio versus el cobre tiene algunas desventajas pero también fortalezas o aspectos positivos:
El cobre es el mejor conductor eléctrico que el aluminio. Posee un 60% de mayor conductividad, por lo cual para tener las mismas prestaciones con cables de aluminio es necesario que éstos sean de mayor sección (más gruesos).
El cobre, además, es más resistente a los golpes y a las quebraduras y su vida útil es más prolongada.
Por su parte, el aluminio es más barato: cuesta entre un 65% y un 75% menos que el cobre frente a similar capacidad de conducción y prestaciones. Con lo cual compensa con su costo, su menor capacidad de conducción eléctrica (la cual se iguala con mayor sección).
Además, las instalaciones de aluminio son más livianas, un atributo importante a la hora de la manipulación de artefactos, especialmente transformadores.
En líneas generales, las distribuidoras están virando a la utilización de cables y transformadores de aluminio en sistemas de baja de tensión, acometidas aéreas y alumbrado público, por ejemplo. Este recambio se realiza a medida que se hace mantenimiento preventivo y mejoras en la red, o se reponen conductores robados o afectados por acciones de vandalismo.